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ESTRATEGIAS Y OBJETIVOS GENERALES / SOCIOS EN EL MUNDO DE LOS LIBROS

Posted by VÍCTOR ADRIAN ESPINOSA MÉNDEZ on 20:18 in

El autor nos habla en sus Estrategias y Objetivos Generales de su Guía para la publicación de libros sobre la importancia d ela publicación de libros pues en su conjunto apoyan a la consolidación nacional de cualquier país bucando un mayor avance en el desarrollo social, económico y educativo.

Es por ello que recalca en la urgente necesidad de los países en Latinoamérica por construir y fortalecer una industria nacional porque esto traerá consigo un enriquecimiento cultural, garantizará oportuniaddes de expresión y fomentará en los jóevenes la lectura por iniciativa propia lo cual les dará mejores oportunidades de educación.

De esta forma recomienda a los gobiernos de América Latina la instauración de una industria editorial continental o Latinoamericana aprovechando que se comparte el idioma español en toda la región.

Y para lograr esto, el autor señala que las autoridades deben tomar en cuenta los costos, la maquinaria, las redes de distribución, el sistema editorial.

Por otro lado, en el mismo capítulo, el autor nos habla de los Socios en el mundo de los libros, pero especificamente toca el tema de los cuatro elementos indispensables para crear una industria cultural, los cuales son:

*Autor: Productor de ideas y especialista en creatividad. Es quien escribe el manuscrito.

*Editor: Encargado de manejar y evaluar el manuscrito. Interviene en todas las tareas del proceso editorial. Los hay especializados en temas particulares.

*Impresor: Encargado de los procesos de composición (adecuación de las palabras a las láminas); impresión (llevar la tinta al papel), y encuadernación (doblado, ordenamiento y sujeción).

*Vendedor: Cuida el proceso de venta d eun libro (las finanzas inmiscuidas en la promoción del libro; la obtención de pedidos; la preparacoón y entrega de pedidos, y el cobro de factura).

Pero continuando con el tema de las estrategias para reavivar las empresas, aquí un relato de cómo se vive actualmente esta situación en la industria mexicana:

Las gotas de lluvia escurrían sobre la g y la t de El Gato entre las Palomas, un nombre que presumía esa pared de cristal que daba a la calle. Nunca se me olvidará cuando mi madre y yo visitamos el lugar, porque nuestra primera impresión fue inolvidable: ante nosotros había una vieja casona, empolvada, un tanto sucia, inundada de silencios, pero sobre todo de libros, libros por todas partes: en montones, en columnas, guardados en un viejo refrigerador, dentro de un ropero y en el horno de una estufa muy de los años 50.

“Al oído te susurra su dolor...”, fueron las palabras de Gloria, una mujer despeinada, como de unos 70 años, que calzaba tacones negros, de piel, y vestía un delantal sobre ella, negro. Su aspecto me generó un poco de miedo, pero me acerqué a preguntarle por el título de un libro escrito por Tom Wolfe. Y lo que respondió fue que precisamente ese periodista susurraba dolor al oído con sus letras. Me condujo a ver algunos de los títulos que tenían sobre ese autor: los pasillos estaban solitarios, la penumbra cuidaba tus pasos y todo por ahí olía a viejo.

Con el libro en mano, mi madre y yo llegamos a la caja. Ahí se presentó Don Germán: todo un personaje, con multiplicidad de identidades ganadas por tantos años de experiencia, pues en su habla y apariencia parecía un científico, un filósofo, un periodista, un activista y, en ocasiones, un abogado. Me recordó a mi abuelo quien gustaba de sentarse en su gran sillón de terciopelo a criticar a los políticos, a alabar a la historia, a regañar a la vida y a sonreír por el triunfo... En fin, después de charlar cerca de una hora sobre el periodismo moderno y la creatividad ilimitada que permiten las letras, le pagué y se despidió de mí, dejándome un retrato perfecto de lo que ya no hay en esta metrópoli, eso que poco a poco desaparece de la ciudad: el oficio de un buen librero…

Y es que en este mundo que día con día se globaliza en cada uno de sus aspectos, los viejos libreros, esos espíritus que inundaban las grandes capitales, están muriendo...

Los sustituyen grandes supermercados de libros, gracias a los cuales se ha llegado a reemplazar la platica que se tenía con el librero de la cual se aprendía lo inimaginable por vendedores que sin intercambiar una sola palabra con el cliente exigen fríamente el título del libro, corren a buscarlo y, en segundos, lo traen a tus manos, sin más.

Esto acarrea como consecuencia el que muchos nuevos lectores, en búsqueda de su primer libro, se topen con la soledad de un carrito de supermercado, con un montón de estantes y publicidad por doquier con múltiples rostros de personajes populares, pero sobre todo con el ejercito de vendedores que si no sabes muy bien lo que buscas, te pedirán te retires del lugar ¡hasta que sepas con exactitud lo que estás buscando!

Pero no sólo eso, otra de las consecuencias y quizá la más importante es la extinción, a pasos agigantados, de las librerías pequeñas. Veámoslo así: ¿cómo puede competir El Gran Demente, esta pequeña librería en la Condesa, con los monstruos de Gandhi, El Sótano o Porrua? Simplemente no se puede. La única solución es tener mayor difusión además de impedir que a sus pasillos llegue “la epidemia supermercado”, cómo: interactuando más con el público: ayudándole, preguntándole, aconsejándole...

No obstante, lo dicho por Smith es cierto: estos grandes supermercados de libros tienen sus aspectos positivos. Uno de ellos es la enorme cantidad de títulos que provee la librería de todos los temas, diferente a los pequeños establecimientos. El surtido de estos modernos lugares es casi como el de una biblioteca; además, los precios resultan cómodos y accesibles en la mayoría de los casos.

Por otro lado, la enorme demanda que tienen estas cadenas las ha hecho preocuparse, interesarse por la lectura en la ciudad y en el país. Tenemos casos como el de Gandhi y sus campañas por inculcar la lectura. Y es por esta cualidad de ser promotores de la lectura que son consideradas por muchos como instituciones educativas a las cuales se les debe mucho de los nuevos concursos de textos literarios, la venta al público de los más novedosos libros que conmocionan a las masas en todo el mundo y la promoción de seminarios, cursos o talleres encaminados a los nuevos lectores.

Somos tantos y con tantos gustos...


Llegó a la conclusión de que resulta gris el panorama de la desaparición de los ábacos, cajas registradoras y libreros conocedores, pero también hay que pensar en las exigencias de la nueva sociedad: somos tantos y con tantos gustos diferentes que para estas minúsculas librerías sería imposible saciar tantas mentes. Por ello la funcionalidad de estas cadenas y su importancia en el México de hoy.

Sin embargo, es por este valor que los supermercados de libros deben no perder de vista las necesidades de los mexicanos y sus limitaciones en el bolsillo. Rescatar la principal característica de las viejas librerías: el consejo y el convencimiento de no salir sin enamorarse de un libro.

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